¿Quiénes impulsan y se lucran del militarismo? Algunos de los beneficiarios son más visibles: los generales, los políticos guerreristas e incluso los empresarios cuyos intereses se defienden con la represión estatal. Otros actores suelen pasar desapercibidos, aunque sus ganancias provienen directamente de las guerras. Se trata de la enorme industria militar mundial, un sector que alcanzó ventas de 531 mil millones de dólares en el 2020.
Este complejo de la producción y comercialización de armas es una pieza clave del militarismo estatal en Colombia. Son las empresas que le brindan al Estado colombiano los helicópteros que bombardean a civiles; los gases lacrimógenos que lanza la policía contra movilizaciones indígenas y protestas urbanas; el software de ciberespionaje con que se espían a defensores y defensoras de derechos humanos; y los aviones de guerra F-16 que cuestan 76 mil millones de pesos (20 millones de dólares) cada uno.
Aunque el responsable último de estos crímenes es el Estado colombiano, las empresas militares son las que le brindan su tecnología de guerra. Su lobby eleva el gasto militar (34 billones de pesos, o casi 8.9 billones de dólares, en el 2021), llevándose como ganancias un presupuesto estatal que se debería usar para la salud y la educación. Al mismo tiempo, sus innovaciones redundan en nuevas herramientas represivas y de vigilancia, que se despliegan en Colombia y muchas veces en sus países de origen.
Por eso, junto a diversas otras organizaciones, Tadamun Antimili investiga, denuncia y se organiza en contra tanto de la industria de guerra colombiana como la industria militarista internacional. En nuestra primera acción en esta línea de trabajo, en el 2022 realizamos una acción contra la empresa militar más grande del mundo, Lockheed Martin, como parte de una jornada mundial. ¿Quieres ayudarnos a impulsar esta campaña? ¡Contáctanos!