BOICOT UNIVERSITARIO Y CULTURAL AL ESTADO DE ISRAEL[i]


Eric Hazan[ii]
El movimiento de boicot a los productos israelíes, también conocido como el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) crece a diario en el mundo entero. Incluso en Francia la propaganda que trata de asimilar este movimiento a un acto de antisemitismo pierde su credibilidad y encuentra cada vez menos eco. Existe, sin embargo, un punto frágil sobre el cual personas bien intencionadas, partisanos sinceros de una paz justa en Palestina e Israel, tienen reservas: es el boicot universitario y cultural.
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Corren el riesgo de debilitar, dicen, de aislar el campo de los defensores de la paz en Israel.
La base de este argumento es que existiría un Israel bueno y un Israel malo. Por un lado, los laicos, askenazíes (no lo dicen pero lo piensan muy fuerte), de izquierda, que animan la vida intelectual y artística de Tel Aviv. Del otro lado, los hombres de negro, los colonos, los extremistas fascistas, que desafortunadamente se encuentran en los puestos de mando bajo el reinado de Netanyahu.
Es una distinción engañosa. Sería olvidar que la “izquierda” israelí tiene toda la responsabilidad de la situación actual. Fue Itzhak Rabin, la figura emblemática de aquella “izquierda”, quien decidió en 1991 iniciar el bloqueo de los territorios palestinos con alambre de púas y quien hizo romper con piedras las manos de los jóvenes que protestaban. Sería olvidar que nunca la “izquierda”, nunca el “bando de la paz” alzó la voz cuando el ejército y la aviación israelí asesinaban civiles en Yenín, en Nablus o en Gaza. El Israel bueno y el malo, el bando de la paz y el de la guerra son iguales de solidarios que las dos caras de la misma moneda.
Sí, pero a pesar de todo, la literatura israelí y el cine israelí, denuncian los abusos de la ocupación, trabajan por la paz y la reconciliación. Boicotear sus escritores, sus artistas, es socavar los que luchan por la paz. 
Aquellos libros, aquellas películas son artículos de exportación. Para afrontar la reprobación mundial, se necesitan argumentos, hay que evidenciar que existen en Israel personas que piensan de manera diferente. ¿Pero dónde y cuándo un escritor israelí, un cineasta israelí se ha pronunciado claramente en contra de la ocupación, en contra de los crímenes de guerra? Ni Amos Oz, ni David Grossmann, ni tampoco Amos Gitai, que son los más famosos, los más talentosos, los más apreciados en Francia. Sus trabajos, que consisten en demostrar cuán libre es la expresión en Israel, valen más que cien escuadrones de tanques Merkava. Ellos son colaboradores de la ocupación.
Pero ustedes están confundiendo cultura y política. La cultura es universal y la universidad israelí está aquí para defenderla.
La universidad israelí y el ejército tienen relaciones muy fuertes, orgánicas y oficiales. El Technion, el gran instituto científico de Haifa, trabaja con la empresa privada de armamento Elbit, cuyo dirigente hace parte del consejo de administración de la universidad hebraica. En aquella se fabrican los drones y los buldóceres a control remoto que sirven para destruir las casas de los palestinos. En algunos recintos universitarios, como los de la universidad hebraica de Haifa o del colegio de Zfat, el ejército instaló bases militares y los estudiantes-soldados asisten a clases con uniformes. En el colegio de Zfat (Safed, en Galilea) se capacitan los futuros miembros de los servicios secretos, en la universidad Ben Gourion se capacitan pilotos militares, en la de Haifa se capacitan los oficiales del fusilero naval.
Además, la universidad israelí es un instrumento del apartheid, puesto que para poder inscribirse y graduarse, generalmente se exige al candidato que haya terminado su servicio militar –que los palestinos con ciudadanía israelí no lo hacen.[iii]
¿Ustedes quieren impedir a personas que luchan por los derechos de los palestinos en Israel de venir a expresarse en Francia?
No. No se trata de boicotear aquellas y aquellos que vienen a hablar o presentar su trabajo de manera individual. Sin embargo, cualquier persona designada y encargada por una institución israelí, universitaria o de otra índole, debe ser considerada como el agente de una operación de comunicación insidiosa y por lo tanto boicoteada. Las Semanas de cine israelí, la operación “Tel Aviv sobre el Sena” en Paris, no son operaciones neutras sino maniobras políticas. No seamos ingenuos, tenemos que ser capaces de detectar la propaganda allí dónde está.
El boicot universitario y cultural es más importante y más temido por el poder israelí que el boicot de los productos cultivados o manufacturados. Es equivalente a lo que fue el boicot deportivo de Sudáfrica en tiempos del apartheid: deteriorando la fachada, prepara el derrumbe de la estructura.
 
[i] Traducido del artículo en francés publicado en: https://lundi.am/Eric-Hazan-boycott-universitaire-culturel-israel. Las ideas expuestas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor.
[ii] Eric Hazan es un escritor y editor francés, fundador de la editorial La Fabrique.
[iii] No existe una barrera formal para el ingreso a la universidad.


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