Cierto ser humano ha querido dividir para gobernar (y vigilar igualmente al dividido del lado contrario, pues lo considera su enemigo, en teoría). Es un principio del poder. En esta división, tuvo la idea de construir o edificar un muro de diverso material, que es similar a una cárcel, si se analiza desde otro enfoque. Hubo muchos en la historia de la humanidad (y los hay).
El muro de Berlín se construyó en 1960. Denominado oficialmente “muro de protección antifascista”. Separó la antigua Alemania Oriental (RDA) de la Occidental (RFA), fue uno de los símbolos de la guerra fría y tuvo críticas constantes del mundo occidental (en cabeza de Estados Unidos y sus aliados), quienes jamás estuvieron de acuerdo con su construcción. El muro fue un enfrentamiento entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, cada cual defensora de su ideología. Según el lado occidental, fue una total violación a los derechos humanos. En 1989, el muro de Berlín tuvo su final tras 28 años de funcionamiento. Cada bloque de cemento guardó para la historia todos sus secretos y sus muertos.
El estado ocupante de Israel construyó el “muro de la vergüenza” para dividirse de Cisjordania. Es su filosofía de apartheid. Es el muro de la protesta y odio mundial. En el siglo XXI se está peor que en la Edad Media. Para la ocasión, ni Estados Unidos ni sus aliados han dicho algo. Son sus protectores y el silencio del poder será perenne. La Corte Internacional de Justicia emite su juicio de ilegalidad y desmantelamiento inmediato para nada. El estado ocupante hace caso omiso de las declaraciones de todos los organismos internacionales de derechos humanos. Son sus enemigos, según ellos. Dicen que son el pueblo elegido. Debe aclararse que no todos los judíos del planeta están de acuerdo con las políticas del estado ocupante de Israel, ni tampoco los representa. El término judío no es igual a sionismo ni a Israel. La creación del estado de Israel en 1948, supuso una auténtica ruptura en el mundo judío, nunca resuelto. Pese a que tiene las puertas abiertas desde entonces para todos los judíos del mundo, la mayoría ha declinado vivir allí, que alberga a menos del 40% del total, aunque suele hablar en nombre de todos. Los portavoces de las organizaciones judías son mayoritariamente proisraelíes. Pero ello no significa que compartan sus postulados. Hay una gran confusión entre los términos israelí, judío y sionista. El propio estado ocupante de Israel lo fomenta, pero resulta peligroso, in extremis. Incluso, en las recientes manifestaciones citadinas por la masacre al pueblo palestino en la Franja de Gaza, muchos judíos levantaron la bandera palestina, dejando claro con ello que el estado ocupante jamás los representa.
La proclama que se efectuó en muchos países del mundo pidiendo la liberación del Nelson Mandela y el final del escalofriante apartheid en Sudáfrica (igual sucederá con el ocupante sionista y racista, muy pronto en extinción, según la teoría de la verdad, el resarcimiento y la factura de la vida), debe repetirse a favor de los palestinos, solamente que hoy el mundo observa silencioso la masacre indiscriminada del ocupante en la Franja de Gaza (que junto a Cisjordania forma los denominados Territorios Palestinos), la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, donde no hay un muro de cemento que le divida del estado ocupante, pero si cámaras de vigilancia (se supone de todo tipo) y amenaza constante del ejército sionista. Los gobiernos cómplices sonríen (Estados Unidos, UE, Canadá, la ONU-entidad títere, entre otros), les encanta el sufrimiento y la muerte ajena (además, creen sentirse el gendarme del planeta). No hay mayor humillación que verse desprotegido y amenazado siempre en su propio territorio (ancestral) y no tener siquiera la oportunidad de laborar, pescar, estudiar, jugar ni respirar (para viajar al exterior, los palestinos deben contar con la aprobación del estado ocupante, excepto en la frontera con Egipto en Rafah). La masacre de niños, mujeres y adultos mayores palestinos, es una ofensa a la humanidad. El pueblo palestino merece dignidad, respeto y solidaridad, para poder vivir en paz. Que no se olvide el viejo adagio palestino: “cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser que sea la sombra de un enano”.
Ricardo León Ramírez Lasso
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